Mater patientiae

Si las clases del profe Mikel no cayeron en saco roto, realmente eso de procrear y traer nuevos habitantes es algo así como ser madre de la paciencia. Ver últimamente tantas mujeres embarazadas, tantas panzas reflejadas en un papel o en la vida misma, me hace pensar que la maternidad requiere de los estereotipos culturales y de las "metidas de pata" para pervivir. Si uno viera cuánto sacrifica, se diría: "Nooooooooooooooooooooo, mi amor."

Siempre recuerdo a Luis Fernández (sí, no es un pensador del nuevo milenio, pero espeta algunas verdades) cuando pienso cuántas veces mis amigas y yo conocimos a un hombre y lo vimos en nuestra imaginación cambiando pañales, dando tetero y lidiando con criaturas bellas que no llegan al año de vida. Ese fantasma de Susanita nos asalta, así hayamos descubierto cien veces antes que nos autoengañamos como idiotas. Pero ese acto reflejo está allí, hasta el momento que vivimos esa cosa abstracta que explicaban en Biología de bachillerato: salir embarazada!

¿Las reacciones? No tengo que explicarlas. Las he visto todas y me pregunto si más de una quiere lo que vivirá en lo sucesivo. Y no hablo de naúseas y cosas por el estilo, me refiere a saber que tu vida ya no es tuya, que tu libertad ya no parte del concepto de "me da la gana", que a lo mejor no habrá hombre responsable de la concepción y que la comodidad ya no se definirá según lo dictado por la Real Academia de la Lengua Española.

Veo madres de todas las edades, y todas dicen amar a sus hijos por igual, sacrificar todo sin contemplaciones, dar la vida por otra. Sólo me intriga saber si realmente lo hacen con gusto, cuánto desprendimiento hay y cuánto amor propio existe para aceptar que los críos viven su vida a su modo.

Todas dicen que luego de ver a un hijo se olvidan los dolores de parto. Yo creo que comienzan otros padecimientos: el de dar sin saber si habrá recompensa, el de dejar de ser una para ser de otros, el de olvidar a la humana que carrerea muchachitos todas las mañanas, el de ver hombres partir porque saben a un mujer "comprometida" con tres carajitos, el de estancarse para que lo demás progrese.

Yo aún no sé si mis conjeturas serán ciertas. Todavía no se me hace realidad el sueño de Susanita. En caso de que logre que un hombre me acompañe en la aventura de dormir a un humano salido de mis entrañas gracias a sus artes amatorias, o me dejen viviendo sola mi experiencia, sólo espero dar sin egoísmo y tener al final de la vereda, cuando la piel se hace pliegues y el vigor no es el mismo, la paciencia tan sólida como la dignidad.*

*Para mi hermana, que se aventuró en ser Madre y ahora busca la convicción requerida para cargar una barriga de 8 meses, entre otras cosas.

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