Duda y disiente, coño!

Posiblemente, sea una triste terca que no admita algunos errores propios y se enfoque en otros, pero existen momentos que me aferran a eso que llamamos "principios" o "preceptos" de vida. Sí, esas ideas que uno asume como parte del cuerpo y cuyo incumplimiento deja horas y horas de reconcomio.

Y en esas me encuentro, ligadísima a dos conceptos que asumí como mis piernas o como mis ojos. El primero me ha costado el odio de alguna gente y algunos conatos de cachetada de mi difunto padre (menos mal que al final se contuvo. Si no, estas líneas nunca tendrían mi firma). Sí, me encanta disentir. Siento un orgasmo mental al decir lo que siento, aunque no se parezca mucho a lo que otro piense.

Al principio, soltaba todo como si fuera la Ballena de la PM. Escupía cosas, gritaba "verdades" y juraba que ser incómoda para la gente porque era el colmo de la sinceridad. Sí, era desagradable, pero por mi manera de decir las cosas, no por lo que realmente expresaba.

¿Golpes? Llevé miles, pero ninguno por el impacto de mis ideas. Ahora, me di cuenta que podía disentir sin gritar, menos aún insultar. ¿Sigo llevando golpes? Por supuesto! Los propinados por el escalofrío que siente el otro cuando no tiene qué cuestionarme!!! ¿Duelen? Sí, mucho, pero más me dañaría tragarme lo que siento. Opto por aprender a hablar (menuda tarea).

Eso sí, antes de disentir, siempre tengo el halo de la duda cerca. No hay nada más desestabilizante que pensar en no tener la razón, en estar errado. No obstante, hace tanta falta como dormir o comer. Por no dudar he cometido los peores errores de mi vida. Por no dudar herí, vilipendié, agredí y alejé a seres que amo y que quisiera tener a mi lado otra vez. Dudar de uno es, quizás, el mayor ejercicio de sinceridad que puede hacerse.

Llegar a estas conclusiones humildes y simples costó tanto!!! No sé si será la mejor forma de vivir, pero seguramente es mucho más sana. Antes de ser altanera y desafiante, siempre me grito: "¡Duda y disiente, coño!"

Comentarios